La suma de fragmentos separados no es igual al todo.

Es un hecho observable por cualquiera que se tome algo de tiempo en mirar por sí mismo, como los árboles crecidos de semillas directamente en el suelo, germinados por “las manos de la naturaleza”, son mucho más vigorosos, sanos y mejor adaptados que los retoños de las campañas comunes de reforestación (plántulas de vivero germinadas en almácigos por medios artificiales).

Al mirar la naturaleza desde una visión fragmentaria y cortoplacista, fruto de no darse cuenta de los límites del conocimiento y de que éste es siempre limitado, ya que camina inevitablemente detrás del desconocimiento (no se sabe todo lo que sucede e influye en la naturaleza), la acción fruto de esta ignorancia, será igualmente limitada, fragmentaria y producirá más consecuencias.

La naturaleza, es un todo indivisible. Esto no significa que no puedan verse aparentes partes como un río, un animal, una planta o un espécimen de cualquier tipo… Sin embargo, esta visión de aparente separación, es eso, una apariencia o ilusión temporal, fruto de tratar de detener en un momento dado lo que está sucediendo y separarlo en supuestas partes separadas al mirar superficialmente.

El conocimiento para funcionar necesita separar en partes, medir, etiquetar, comparar… y esto puede ser aplicable a lo inerte, osease, a aquello que ha sido despojado de vida o que tiene cierta existencia material aislada. Por ejemplo: para hacer una mesa, puedo ver todo el proceso en partes separadas: tablas de madera, clavos, barniz… y al hacer la mesa pongo todas las partes separadas en relación formando un todo que puede ser observado y separado igualmente por partes.

Pero cuando miramos la naturaleza ¿está separado verdaderamente el árbol del suelo, del aire, del agua, de la luz o del resto de la naturaleza?

Comúnmente entendemos la “relación” de la forma que ocurría con la mesa y sus partes de materiales inertes y temporalmente separados, y miramos la creación en la naturaleza de la misma forma que cuando nosotros producimos un objeto técnicamente.

Vemos por tanto la relación, como la conexión entre partes separadas, que tienen existencia por separado y pueden tratarse fragmentariamente, volver a separarse y unirse y producir objetos e influir en ellas, sin que ello suponga ningún problema, desorden o conflicto.

¿Es esto así en la naturaleza, fuera de lo producido por el hombre?

Dentro de la laurisilva.

Aunque parezca una obviedad, es importante recordar que la naturaleza no es creación del ser humano y su conocimiento limitado, sino al revés: el hombre es naturaleza y es fruto del desarrollo de la vida.

Ahora… ¿qué es eso que llamamos naturaleza? ¿qué es eso que llamamos vida? ¿es simplemente materia u organismos? ¿o existe un orden presente en todo lo que acontece?

Con orden, no nos estamos refiriendo a la idea de un creador o demás conclusiones, teorías o imaginaciones egocéntricas… Sino que al mirar la existencia, de un organismo menor como por ejemplo el cuerpo humano, vemos un orden funcionando y un sinfín de relaciones que hacen posible la existencia de ese organismo. Y esto es extrapolable como decíamos antes, a los organismos mayores, a lo “macro y lo micro”.

Por tanto, la relación al referirnos a lo total, no insinua separación entre dos cosas separadas, sino la unión o contacto de aquello que creemos poder separar cognitivamente y decir: esto es un árbol, esto no, esto es un río, o una nube, o un animal…

Por poder nombrar aparentes partes al mirar superficialmente, creemos que son verdaderamente partes separadas.

Un montón de tablas, clavos y barniz, no son una mesa.

Es la relación lo que forma un todo. Y en el caso de la naturaleza, no es como con la mesa que es nuestra producción y partimos de partes para formar un todo… sino al revés: Tenemos a la naturaleza en movimiento y tratamos de conocerla erróneamente tratando de separarla en partes… Y así no es la naturaleza lo que estaremos conociendo.

Es este error el que hace creer al ser humano confuso, que él tiene una vida aislada de la naturaleza y es desde ese aislamiento desde el que trata de solucionar lo que vive como un problema… cuando la solución está en conocer la confusión en que está preso, que condiciona su visión y que le hace cometer el error.

Pero de nuevo todo es cuestión de cuan superficial o profundamente se esté mirando.

Por tanto, insistimos en que el espectáculo al que asistimos y del que formamos parte, es el de un todo, un organismo de organismos si queremos llamarlo así… donde podemos mirar lo que sucede y de forma superficial ver organismos separados relacionándose o no… cuando al mirar profundamente lo que vemos es un todo.

A lo largo de la historia humana, no han sido los personajes que miraban la existencia desde una visión limitada y superficial, los que han aportado comprensión y amplitud y han beneficiado al cuidado y buen desarrollo de la naturaleza (ser humano incluido) y señalado los errores de una sociedad fruto de la fragmentación y la ignorancia.

Parar para avanzar”

Por tanto es necesario pararse a mirar que sucede en el que mira… porque sin claridad y amplitud las acciones siempre serán confusas y limitadas, condenadas al error.

El cultivo natural, no es una técnica aislada o parcial, fruto de la fragmentación o de una visión egocéntrica de lo que sucede… sino una puerta o ventana que posibilita espacio para mirar lo que sucede y caminar junto con la naturaleza en esta aparente estabilidad en constante movimiento que llamamos naturaleza.

Las palabras cultivo natural, simplemente señalan la necesidad de una relación verdadera con el entorno y no pretenden limitar la comprensión de lo que acontece y de la acción correcta.

Sería introducir de nuevo el factor de confusión, si viéramos el cultivo natural desligado del estado de claridad o confusión del ser humano y de su libertad para mirar y ver lo que verdaderamente está sucediendo, pudiendo así distinguir lo erróneo de lo correcto, fruto de una amplia comprensión y verdadero conocer.

Todo daño es fruto de verse y mirar como si uno fuera algo separado del resto y extrapolar este mirar erróneo a todo lo que sucede. Si hay verdadera relación no hay separación, sino unión y por tanto el conflicto y el consecuente daño fruto de este, no existe.

La mejor solución es no producir el problema.

La prevención es la madre de toda las soluciones… y ante los problemas de desertización, de perdida de diversidad y fertilidad, los grandes incendios y cataclismos, la explotación animal y vegetal, la manipulación e influencia en y del clima, la proliferación de virus, bacterias, hongos y demás patógenos y aumento de contagios por zoonosis y la desorganizada globalización, la urbanización exacerbada e insostenible, la contaminación de los mares, la destrucción y expulsión de sus hábitats de los pueblos indígenas, un “progreso” tecnológico egocéntrico, fragmentario y limitado, los terribles problemas demográficos, los nocivos hábitos de vida y alimenticios actuales, una industria médica y alimentaria con fines de lucro y “oscuras” intenciones, las gravísimas epidemias de opioides y adicciones por todo el planeta, la miseria y explotación del ser humano por el ser humano, las guerras culturales, religiosas y geopolíticas, la corrupción, las enfermedades mentales y la aceptación como normal de una sociedad incívica y una humanidad falta de verdadera humanidad sin verdaderas relaciones entre los seres humanos que la forman…

Ante todo esto… cabe preguntarse si ¿las causas son muchas o una sola ramificada en diversas expresiones?

Basta con errar solamente una vez en la dirección tomada, para caminar de por vida en la dirección equivocada errando a cada paso que se da, caminando en y hacia el desastre.

No es cuestión de entrar en discusiones filosóficas, corrientes de pensamiento, políticas o ideológicas, ni tan siquiera morales o éticas, ni la búsqueda de culpables a nivel personal o de grupos sociales o élites de poder… todo esto sigue siendo parte de una visión limitada y parcial de lo que sucede.

Por tanto, es imprescindible la amplitud de miras, la libertad para mirar lo que está sucediendo sin identificarse con teorías o conclusiones no libres de deseos y prejuicios personales, y para ello es preciso “mirar honestamente la dificultad para mirar”… para no caer en idealismos, como aquel que sin percatarse de la suciedad en su ventana, trata de mirar mas allá de la suciedad del cristal, sin darse cuenta de ella y sin limpiarla.

Por desgracia, es posible estar plantando árboles y a la vez estar sembrando las semillas que propician el desierto.


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