Endrinas (Prunus spinosa o endrino común) y Ciruelas silvestres (Prunus insititia o endrino mayor)

También llamadas bruños, arañón, ciruelas bravías o salvajes, ciruelas endrineras…

El endrino común y el ciruelo silvestre son parecidos entre sí, pero hay unos detalles que pueden ayudar a distinguirlos: el primero tiene las hojas alargadas, los frutos redondeados y suele ser de menor porte y más espinoso. El ciruelo silvestre tiene las hojas más redondeadas, sus frutos son ligeramente ovalados y su altura oscila entre los 2 y los 4 metros de altura, alcanzando porte arbóreo con frecuencia.

El ciruelo silvestre o endrino mayor es considerado como uno de los antecesores del ciruelo doméstico. Pertenece a la familia de las rosáceas, y a veces puede llegar a los 4 o 5 metros de altura.

Ninguno de los dos tiene preferencias especiales de suelo; brotan fácil y cuantiosamente de raíz. Gracias a esto, tienen buena capacidad para fijar taludes y bordes de arroyos, por lo que sirven de pioneros para otras especies vegetales

Los podemos encontrar sobre todo en las zonas norte y centro de la península, aunque también existen diferentes especies en la zona sur (como por ejemplo, el endrino andaluz o prunus ramburii, endémica de las sierras béticas de Granada y Almería).

Su estructura densa y espinosa lo convierte en un seto impenetrable, por lo que además de ser un refugio para diferentes animales, es también un buen cerco para delimitar ciertas zonas donde se quiera evitar el paso.

Dicen los refranes populares que “año de endrinas, nieve hasta las cortinas”… así que cuando veamos gran cantidad de endrinas nos estarán anunciando un invierno especialmente frío.

Estas frutillas son al principio de color verde, pero cuando comienzan a madurar se vuelven azuladas y violáceas, hasta aproximarse al negro cuando ya están totalmente maduras. Tienen una cubierta de cera blanquecina (pruina) que las protege tanto de la lluvia como del sol, así como de los insectos.

La pruina también se puede ver en otras frutas y verduras, como por ejemplo en las uvas, los arándanos, las manzanas, las coles…

Las endrinas del prunus spinosa y las del prunus insititia son difíciles de diferenciar. Éstas últimas (las del ciruelo silvestre) son algo más dulces que las del endrino común, aunque ambas son amargas y ásperas por su contenido en taninos. Es por este motivo por el que los usos que les suelen dar a estas frutillas son principalmente para jarabes astringentes, mermeladas y licores como el conocido “Pacharán”.

No obstante hay un truco para rebajar los taninos y hacer que el sabor dulce sea más notable: al igual que pasa con muchos otros frutos, los taninos disminuyen si les cae una helada cuando aún están en las ramas. Aunque para ello hay que ser bastante paciente y no precipitarse a cogerlos en otoño…

Su contenido en antioxidantes es alto, pero por lo que ya hemos comentado de los taninos no se pueden comer en grandes cantidades.

Está claro que ambas especies de endrino son una importante pieza del sotobosque peninsular, y tienen múltiples funciones como alimento y cobijo de animales, así como protector y estabilizador de los suelos en desnivel… sin pasar por alto su capacidad de pionero y «madre del bosque», al formar parte importante de las antaño muy nombradas «bardas», que protegen a las semillas y retoños de diversas especies de árboles y arbustos.


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