El uso del Algarrobo como rehabilitador de suelos

Al sembrar gran diversidad de plantas, posibilitamos la aparición de microorganismos y otros animales, la creación de un humus completo y la mejora y protección de la estructura del suelo… así se propicia que la tierra “despierte” y que las plantas puedan tener acceso a los nutrientes.

Para que estos nutrientes sean accesibles, es necesario que esta gran diversidad de la que hablamos cubra toda la superficie del suelo. Al igual que un mecánico necesita de diferentes herramientas para llevar a buen puerto su trabajo, no servirá de nada plantar una pequeña variedad de árboles que crezcan aislados. Cada planta cumple su función y todas ellas son imprescindibles, desde matorrales, arbustos, árboles grandes y pequeños hasta hierbas de todo tipo.

La cuestión es muy sencilla por muchas vueltas y explicaciones más o menos científicas que queramos buscarle: Cubrir los suelos con la mayor diversidad posible de plantas de todo tipo y tamaño y no impedir la proliferación de mircroorganismos y de la vida animal espontánea que aparezcan.

Ayudar y proteger, eso es todo.

Dentro de las especies de plantas-herramientas usadas para la labor de devolver la fertilidad a los suelos, destacan la familia de la leguminosas.

Plantas de porte bajo, arbustivo y arbóreo adaptadas a diferentes, y a veces extremas, condiciones edafoclimáticas… que viven en simbiosis con bacterias del suelo, fijando nitrógeno atmosférico y que proporcionan en la inmensa mayoría de los casos, alimento a humanos o animales, con vistosas flores con un néctar y polen apreciado por los insectos… con follaje a veces caduco y otras perenne, que proporcionan una buena capa de materia orgánica para el humus y protección del suelo, con un crecimiento rápido, siendo de gran utilidad como cobertura del terreno en cultivos o como arboles de sombra.

En fin… son mil y una las cualidades de estas plantas, maravillosas creaciones y herramientas de la evolución, que se adaptan tanto a desiertos como a selvas húmedas y están presentes de alguna forma, en casi todos los ecosistemas del planeta y con una gran historia junto al ser humano.

Imagen tomada en 2018 a un ejemplar de algarrobo rebrotando tras el incendio de 2016 en el paraje natural «Hort de Soriano-Font de la Parra», municipio de Carcaixent, Valencia.

En el cultivo natural las leguminosas juegan un papel principal.

Son herramientas básicas para acompañar los procesos de rehabilitación y protección de los suelos en capas superficiales y profundas, y como abonos verdes en los cultivos semisilvestres tanto de hortalizas y cereales, como de otras legumbres y frutales.

Son pocos los árboles de la familia de las leguminosas, presentes en nuestra geografía ibérica, y todos traídos por motivos ornamentales, comerciales o alimenticios.

Entre los cultivos arbóreos de leguminosas por motivos alimenticios, se encuentra el algarrobo. Un árbol de hasta unos diez metros de porte, oriundo de la cuenca mediterránea, resistente a la sequía, de follaje perenne y que proporciona buena cobertura y humus al suelo, fijador de nitrógeno, buen árbol protector y de sombra en zonas secas, ventosas y cálidas de nuestra geografía y cuyo fruto en forma de vaina, sirve y ha servido como alimento animal y humano.

Vainas del algarrobo. Contienen una pulpa dulce comestible envolviendo sus semillas.

Este árbol xerófilo, es de muy buena utilidad en la rehabilitación de los suelos y reforestación en zona con sequía y para frenar la erosión e insolación del terreno.

Existen proyectos de reforestación donde ha sido usado con éxito y su importancia como cultivo va en aumento en los últimos tiempos, por el valor nutricional de su fruto y su rusticidad.

Cumple con todas las condiciones para ser tenido en cuenta como uno de los árboles principales en los procesos de rehabilitación y reforestación en zona mediterránea, litorales y de interior donde pueda adaptarse y medrar con lentitud pero sin dificultad ni necesidad de cuidados.

Algarrobo en convivencia con otras especies del litoral mediterráneo: palmito, lentisco, romero y pino.

La imagen de especímenes de algarrobo formando parte del bosque xerófilo mediterráneo, es una posibilidad más que probada, que aporta pingües beneficios, vida y belleza a zonas muy castigadas por la sequía y los incendios forestales.

Por nuestra parte, apostamos por este árbol como “la leguminosa arbórea forestal por excelencia de la zona mediterránea” y como parte imprescindible de nuestra labor para con la rehabilitación de suelos y la repoblación en zonas del litoral ibérico.

Su follaje proporciona una tupida sombra que refresca y protege los suelos del sofocante calor estival.
Y aquí se puede apreciar la cobertura de hojas, ramas y frutos caídos que cubre y nutre la capa superficial del suelo bajo los algarrobos.

¿Te ha resultado interesante este artículo? Ayúdanos con una pequeña aportación de 2 euros para cubrir los gastos del mantenimiento y seguridad de la web.