Un ejemplo «no intencionado» de Cultivo Natural

Hace unos días paseando por una dehesa destinada a ganado vacuno, descubrimos algo sorprendente, veréis…

Hay un pequeño arroyo que se mantiene con agua todo el año, y que normalmente está cubierto de zarzas, sargas y otras plantas, pero que este año fue desbrozado a principios de verano por maquinaria pesada que «limpió» las cunetas y carreteras del municipio.

Pues bien, en el suelo quedaron todos los restos triturados de la vegetación que han ido secándose y descomponiéndose durante el verano, junto a la humedad que esta pequeña corriente de agua proporciona.

A pocos metros de este «microcosmos», aún quedan un par de huertas en las fincas aledañas, y las plantas que os vamos a mostrar deben de venir de semillas de allí.

Bueno, la cuestión que da título a este artículo es que como os decíamos antes, paseando por la zona nos llamó la atención la cantidad de diversidad de vegetación que allí hay y que el pequeño cauce aún llevara agua… Y nuestra sorpresa fue ver unas plantas de calabaza creciendo vigorosamente cubriendo varios metros cuadrados.

Al mirar más detenidamente, vimos que la calabacera tenía flores y buscamos a ver si había conseguido fructificar… Y efectivamente, estaba repleta de frutos de buen tamaño.

Igualmente encontramos tomateras rastreando en los márgenes del arroyo, todo ello creciendo desde un suelo cubierto de restos de zarzas y otras plantas trituradas.

Las tomateras también llevaban fruto…

Ambas plantas de huerta medraban con fuerza entre ortigas, diversas clases de mentas, bardanas y plantas de rivera… tréboles, gramas y nuevas zarzas que estaban rebrotando junto con gran diversidad de vegetación.

Habían hasta un par de plantas muy usadas antaño para ahuyentar a topos y ratones en las huertas, como son el estramonio y el ricino, ambas con sus exóticas apariencias, igualmente floreciendo y fructificando.

Frutos del ricino.
Flor de estramonio.

Comprendimos que nos encontrábamos ante un buen ejemplo de cultivo natural puro, absolutamente accidental, como casi siempre son los más maravillosos descubrimientos de los que tanto podemos aprender y que tanto iluminan nuestra limitada conciencia.

Simplemente una pequeña corriente de agua, gran cantidad de restos orgánicos cubriendo el suelo y una gran diversidad de plantas creciendo vigorosamente de semilla junto con insectos y distintos anfibios, reptiles y pequeños mamíferos y aves.

A su lado unos antiguos sauces, fresnos y majuelos de gran tamaño…

Actualmente hay una gran confusión respecto a lo que el cultivo natural es y no es… La fragmentación campa a sus anchas y todo parece caber bajo las palabras «natural y regeneración».

Para nosotros lo más importante y prioritario es distinguir, por comprender, lo que el Cultivo Natural es y lo que no lo es.

El cultivo natural no es una técnica más, no es una opción más, no es un método fruto del intelecto o conocimiento fragmentario o, como Fukuoka lo demominaba, discriminativo.

La gente no ha comprendido lo que Fukuoka señaló, tristemente el mismo lo afirmó y así sigue vigente esta tragedia actualmente… se ha confundido la apariencia con la forma, la consecuencia con la causa y lo secundario con lo principal.

No se ha comprendido que el ejemplo muestra el funcionamiento, que el fragmento muestra la fragmentación… Y hoy podemos ver a la fragmentación hablando de cultivo natural… A lo parcial creyendo poder abarcar la totalidad.

El cultivo natural no es más que una expresión más de la acción correcta que nace en quien ha comprendido la limitación del conocimiento, y como lo fragmentario no puede abarcar el mundo indivisible de la relación que sucede en la naturaleza.

Sin esta comprensión se puede creer estar haciendo cultivo natural, agricultura regenerativa o rehabilitación medioambiental, pero simplemente «se estarán plantando árboles mientras se siguen sembrando las semillas del desierto».

Un desierto que habita primeramente «dentro» del ser humano egocéntrico e ignorante de sí mismo y de su funcionamiento, y que se expresa en consecuencia en este planeta en que la ignorancia impera «libremente» y produce consecuencias por todas partes.

¿Qué importancia tiene caminar la senda del cultivo Natural si esta no es un espejo en el que verse claramente tal y como uno está, y así poder conocer y conocerse?

Dicen que muy antiguamente los seres humanos no separaban lo que ocurría dentro y fuera de ellos, ni separaban su vivir y el desarrollo natural, su comprensión y la naturaleza del cosmos.

La totalidad… Uno indivisible.

Hoy es tan o más necesario que nunca señalar este hecho: «lo fragmentario no puede abarcar lo total, un hecho no es un problema, solo un ser humano simple y sencillo puede comprender la simplicidad y sencillez de la inmensidad de la creación.»

Cuando el agricultor no es también alguien que vive a cada momento en la realidad mística del orden natural… Entonces vive fuera del orden natural, perdido entre fragmentos creyendo ignorantemente que la suma de las partes separadas es igual a la totalidad.

El cultivo natural es la senda que recorrer para quien ha comprendido y simplemente busca como llevar a cabo la acción correcta.

No es una elección, no es un método más, no es una opción entre otras posibles… El cultivo natural es la acción correcta como senda que recorre aquel que ha comprendido y puesto orden en su visión de lo que sucede, dentro y fuera de él.

No es posible cultivar de forma natural y seguir funcionando fragmentariamente, enredado en consecuencias y efectos.

Fukuoka señaló con gran exactitud, formando parte de una eterna melodía que a través de la historia humana se ha expresado en mil voces diferentes señalando lo mismo:

«Conocete a tí mismo».

La amplitud es imprescindible para mirar y ver la totalidad de lo que sucede con escepticismo y cuidado, siempre buscando la simplicidad, que no la simpleza… La sencillez que deja en manos de la naturaleza su obra, actuando siempre desde esta comprensión, con precaución de no caer en idealismos en la búsqueda de soluciones frente a algo que no es un problema sino un hecho que es necesario comprender.

La naturaleza es un orden misterioso en el que todo está relacionado con todo y donde no es posible intervenir sin afectar en la totalidad.

Comprender esto nos hace espectadores y actores dentro de una totalidad infragmentable, vivible pero no cognoscible en su inconmensurable existencia.

La ignorancia es creer poder abarcar la totalidad, no comprender la limitación del conocimiento y su funcionamiento siempre limitado y fragmentario.

Es tan sencillo como admirar el hecho que muestra que lo parcial nunca puede abarcar lo total.

Estas calabaceras y tomateras creciendo sin que nadie las haya sembrado, y que por accidente o causalidad cayeran allí sus semillas y se dieran las condiciones necesarias para que la creación se expresara… nos muestran el camino a seguir, nos hablan del verdadero cultivo natural.

Recordemos algunas frases de Masanobu Fukuoka:

«La agricultura natural procede de la salud espiritual del individuo, el sanar la tierra y la purificación del espíritu humano son un mismo proceso y propongo un tipo de vida y de agricultura por medio del cual puede tener lugar este proceso.»

«El fin último del cultivo natural no es simplemente la producción de alimentos, sino el cultivo y perfeccionamiento del ser humano.»

«Casi todo el mundo cree que lo natural es algo bueno, pero pocos pueden comprender la diferencia entre lo natural y lo no natural»

«La gente interfiere con la naturaleza y por mucho que lo intentan no pueden curar las heridas que causan»

Apoyándonos en los que nos preceden e impulsan, como humanidad tenemos la responsabilidad de señalar aquello que vemos imprescindible darse cuenta, conocer, comprender.

El verdadero escepticismo es examinar lejos de confianzas o desconfianzas, obviamente sin miedo como movimiento de autoprotección de las imágenes, creencias y conclusiones personales y culturales que se portan.

La libertad está al principio… Libertad para ver las cosas tal y como son, y no como creemos o queremos que sean.

Caminamos una senda sin camino, de momento a momento, eterna, donde como dijo el poeta «se hace camino al andar».


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